Felipe Zabala Ávila
Felipe Zabala tiene su taller en la Avenida de la Constitución, 44, de Puente del Arzobispo, en la provincia de Toledo. No había alfareros entre los antepasados de los hermanos Zabala, pero los padres ya vivían en Puente y los hermanos se criaron allí.
En el año 1983 establecieron juntos su primer taller, mas con el tiempo decidieron trabajar cada uno por su cuenta. Los dos se consideran alfareros, fabrican todo a mano y entre otras cosas, se dedican a hacer reproducciones de cerámicas ibéricas, romanas y árabes.
Al entrar en el taller desde la calle se ven dos tornos al lado de la pared de color naranja y alrededor grupos de macetas y chimeneas puestas a secar. También observamos paletas con unidades de barro empaquetado.
Felipe fabrica piezas para cualquier tipo de uso cotidiano, luego las decora. Los cántaros para curar aceitunas reciben un barniz melado y a las macetas (m. calabaza, m. poto, m. campana, etc.) para jardinería suele aplicarles un acabado "rústico", que le da al barro un aspecto de corcho.
Generalmente usa dos tipos de barro: uno de los alrededores de Puente, que es de un tono más claro y se trabaja fácilmente en el torno, pero luego no se deja manejar igual de fácil, y uno de Gerona, que es de un color rojizo; no tiene ninguna impureza, pero si suplementos químicos añadidos para aguantar más.
En el almacén de la primera planta guarda además varios tipos de cazuelas, barreños y asadores para la cocina, candelabros, huchas, lámparas con o sin instalación eléctrica, apliques, platos cubremaceta, jarrones
También se ven lámparas con agujeros en forma de estrellas para poner encima de velas, jardineras, cántaros, hasta un cántaro de leche, paragüeros, luego ánforas recortadas casi por la mitad para que sirvan de macetas y algunos platos esgrafiados, botijos árabes y un jarrón al estilo romano, todo ello cubierto con aquel engobe "rústico" del que hablaba al principio.
En una habitación de al lado había empezado a preparar una exposición para que se viera cómo quedan. los cántaros en sus cantareras, las mesas en sus soportes de hierro (aquí todavía sin cristales encima), las lámparas egipcias y las diversas ánforas en los soportes de hierro. Nos dijo que cada año se le ocurren nuevas ideas para variar su producción.
A diferencia de otros alfareros que conocemos, Felipe seca su cerámica a 70° C durante 10 horas en sus dos grandes hornos eléctricos antes de cocerla. Se consiguen mejores resultados que los calentados a gas o diesel; Mientras que antes llenaba un barril de plástico con desechos cada semana, ahora tira mucho menos en un mes.
Felipe Zabala aprendió el oficio en el taller de los hijos de José Fernández León, concretamente de "El Gallo", apodo de uno de ellos.